18 noviembre 2010

OTRA DE ANIMALITOS



Las miradas que se cruzan, los abrazos que se dan y las patitas a la cara del otro, no son precisamente síntomas de amistad y encariñamiento, sino todo lo contrario. Pues se estaban transmitiendo un odio a muerte. Se lo comunicaban mediante maullidos y bufidos perfectamente comprensibles, pero los dos eran muy valientes.
A pesar de las amenazas que se cruzaban, ninguno se atemorizaba y sin perdida de tiempo pasaban a la acción:
Lo primero un zarpazo a la cara del otro con las uñas bien estiradas. Al sentir el daño el receptor de la “caricia”, se abalanzaba sobre el contrincante y se enzarzaban a mordisco limpio.
La zona preferida para hacerse mas daño era la parte anterior del pescuezo y, para asegurar que el mordisco surtiera el mejor efecto posible, le abrazaba con la patita delantera alrededor de la cabeza para que no pudiera retroceder.
Durante la contienda, no permitían la presencia de ningún espectador, pues cada vez que me acercaba para hacer la foto, escapaban, con lo que había que disparar a mucha distancia, ó detrás del cristal de una ventana.
Bien es verdad que los asaltos se producían con mucha frecuencia y siempre en el mismo escenario. Esto facilitaba el intento de obtener una buena foto, pero debido a la torpeza para fotógrafo, (el mismo que suscribe) y a la jodía cámara digital que nunca recogía la escena al momento de pulsar, esta breve secuencia no refleja el dramatismo de agresividad con la que se enfrentaban.
¿Que por qué volvían a pelearse siempre en el mismo sitio?. Pues porque los dos venían a visitar a una gatita que vive en mi corral y querían hacerla su novia.
Ella no aparece en las fotos, porque pasaba de los dos pretendientes y andaba por allí a su bola.