25 febrero 2017

Un recuerdo a la Peña Resbalina


Si las piedras hablaran, este mazacote de granito que aflora desde el suelo tendría muchas cosas que contar.
¿Quien del pueblo no ha estado aquí alguna vez?  ¿Quien en este sitio no se ha sentido niño y se ha resistido a lanzarse por este tobogán?
Al principio es normal sentirse animado del acompañante  para el primer deslizamiento. Este se realiza de la forma mas ortodoxa, pero tiene algo excitante porque, una vez  vencido el vértigo, se hace imposible no repetirlo de espalda, de barriga de cabeza, haciendo el tren,..
Este sendero pulido en la roca a base de resbalones indica que siempre ha tenido actividad y, aunque cada vez esté menos frecuentada, a día de hoy todavía no ha criado musgo.
La popularidad que tiene a nivel local, sugiere que podría ser un buen motivo para exhibir y promocionar durante la próxima, o sucesivas   Ferias de Piedra que el Ayuntamiento está instituyendo.
Valgan estas imágenes como homenaje y conmemoración, del pasado Jueves Merendero, y de otros tantos y tantos, de los que solo  Ella es testigo mudo y seguirá siendo por los siglos de los siglos. 

3 comentarios:

Manuel dijo...

Dice usted Sr. D. Lagarto que si esta Peña hablara... ¡Cuántas cosas nos diría!
Hay seguidores de nuestra página que dominan el lenguaje, la escritura y alguno, especialmente ese arte de la prosopopeya, quien haría que la Peña Resbalina hablase. A ver si tenemos suerte y llega hasta aquí y se anima.

-Manolo-

Luis dijo...

Estimado amigo Lagarto.
Ya que las piedras no hablan,
ni, entre su base y granito
ninguna conversación entablan,
hoy, te diré algo bonito
de los que, como yo se callan
y guardan en sus recuerdos
vividos en nuestra infancia,
en los días del Hornazo
que, con alegría y constancia
hacíamos las excursiones
en aquéllos tiempos hermosos,
y, por muchas buenas razones
disfrutábamos gozosos
rompiéndonos los pantalones
y bajando todos airosos,
a veces a trompicones
por ese trampolín rocoso.

¡Ay, si hablaran esas piedras,
cuántas cosas nos dirían!

Y, Ay, si yo supiera escribir,
cuánto de ellas diría.

Si yo supiera escribir,
mi querida Peña Resbalina,
te escribiría hasta morir
con mi pluma peregrina.
Pero, como no sé escribir,
aunque mucho me gustaría,
te propongo una larga charla
al amanecer el día.

Me gustaría preguntarte,
mi distinguida vecina,
cuándo a mi pueblo llegaste
cual alegre golondrina;
y, por qué aquí te quedaste
entre un roble y una encina.

¿Quién te enseñó el camino
para que no te perdieras,
y, quién te dijo que en La Zarza
es donde quedarte debieras?

No me contestes ahora
que, sé que está muy ocupada
ya lo harás cuando la flora,
reverdezca floreada.
Me sentaré junto a tu lado
y hablaremos tranquilamente,
yo te contaré lo que me ha pasado
y tú, me escucharás complaciente.

Sé que me contarás
las historias que has vivido,
desde que te dejara atrás
hasta cuando a verte he venido.

Mi añorada Peña Resbalina,
grato recuerdo de mi niñez,
en las fotos te veo divina
camino ya de mi vejez.
Y, aunque tú sigas lozana
cual frondosa quinceañera
mi cuerpo ya no tiene tanta gana
de corretear por tu pradera.

Sigue monumental y hermosa
que, por ti, no pasa el tiempo,
y, sigue quieta y silenciosa
sin moverte ni un momento.

Tú, que me viste corretear
por tus laderas y andurriales,
y, con otros amigos jugar
cuando éramos chavales;
Hoy, que el tiempo va pasando
y los años no perdonan,
en mi pecho sigo guardando
los recuerdos que se me amontonan.

Ahora, allá va mi despedida
compañera de mi infancia,
llevaré en mi pecho metida
tu permanente fragancia.
Tú serás siempre el recuerdo
de mi feliz infancia,
y como soy un hombre cuerdo,
agradezco tu constancia.

Sigue conservando tu figura
por el tiempo esculpida,
que, es tan grande tu hermosura
como grata mi despedida.

Luis (Colino)

El Lagarto dijo...

Que comentario tan halagador.
Que estupenda redacción
que ablanda mi rocoso corazón