01 abril 2011

CONVERSACIÓN TELEFÓNICA

Aprovechando que los “hombres del tiempo” habían pronosticado estabilidad, ayer jueves, organicé un viaje al pueblo para tomar contacto con la primavera. Si bien hay un dicho que reza: “cuando se cae el cielo nos coge a todos debajo” . Aplicado el dicho a este caso, efectivamente hizo buen tiempo en el asfalto y en el campo, pero en el pueblo la realizad supero a las previsiones, pues hizo un día de estos que son únicos en el año y tuve la suerte de disfrutarlo. Este esplendoroso día se veía potenciado por el cántico de los pajarillos que amenizaban toda la rivera del regato desde Vallito Redondo, atravesando la Cañá Nueva hasta el Pilar. La abubilla con su cántico sordo y las cigüeñas “machando el ajo”, destacaban sobre los demás. Era la hora de comer, (de terminar de comer para mi). Acababa de dar buena cuenta de un estupendo bocadillo, -pues era día de excursión- me disponía a mondar una naranja y suena uno de los dos teléfonos que había encima de la mesa. Veo la pantallita y en lugar del tradicional “dígame” contesto: ¡hola amigo, que alegría recibir en este momento llamada de un compañero de Peña!, ¿ocurre algo?. No: sólo llamaba para saludarte y saber como andáis. Yo traté de describirle el esplendido día que estábamos pasando en el pueblo. Y ¿vosotros como vais?. El inquieto colega de la Peña me explicó las actividades laborales, deportivas y demás ocupación de tiempo libre que le absorben. En ese momento le oigo decir: “hola ¿Qué tal?. Estoy hablando con uno de tu pueblo”. Evidente que no se dirigía a mi. Que casualidad. Se estaba cruzando con otra coleguilla pero en este caso de las que participa en este rincón bloguero. Transmitidos los correspondientes “recuerdos y el yo también leo tus relatos”, continuamos nuestra conversación. Me alegré de sus éxitos laborales y deportivos y le califique de incombustible porque, si después de una jornada laboral, después de participar en una competición deportiva y a la hora de recogerse con la satisfacción del deber cumplido te llaman del trabajo porque ha surgido una emergencia a la que tienes que atender, sólo se le puede llamar incasable o incombustible. A esa hora él se dirigía en su auto a cumplir con su obligación laboral diaria (pues tenía horario de tarde) y en este momento comenzó a perderse la señal telefónica, por lo que tuvimos que despedirnos precipitadamente de una conversación tan agradable como inesperada. Después de colgar me sentí un poco incomodo pensando en que mi colega de Peña se dirigía a su puesto de trabajo, mientras que yo iba a dormir la siesta para reparar mi cansancio después de haber cultivado el huerto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Amigo Lagarto, te haré este comentario amparándome en el "anonimato" que predomina en tu blog.
Esa inesperada llamada se produjo porque tu colega de peña sabía que desde el verano estabas, por decirlo de algún modo, alicaido. Ya sabemos que a los de tu especie os gusta más que el sol fustigue vuestros peñascos y que los riogores del inviernos os producen cierta melancolia, no te preocupes, como dijo Machado el poeta: todo pasa y todo queda pero lo nuestro pasar haciendo camino..."
Haces mención al fortuito encuentro que se produjo en el semáforo con la bloguera Marina y su mamá.
Son las cosas de la modernidad, yo hablaba contigo desde el coche con las ventanas cerradas y al saludarnos se produjo ese cruce en la conversación.
En cuanto a la actividad he de decirte amigo Lagarto que es la normal cuando la salud y las ganas o aficiones acompañan.
Por lo que respecta al trabajo, más de lo mismo, estoy en la edad de que me saquen el jugo y sabes muy bien que a nadie le regalan el salario y, ahora tener trabajo casi es un privilegio. Por tanto conviene estar aplicado en la tarea no sea que al llegar te digan aquello tan catártico: mañana no hace falta que venga porque le prohibiremos la entrada al recinto. Y nadie está libre de sufrir este varapalo.
Se acerca la fiesta del Hornazo y espero que nos veamos y me cuentes tus progresos sobre esa leve "indisposición" que te aqueja.
¡Ah! no te preocupes por si tu puedes echar la siesta y yo tengo que trabajar. Me llevas unos años de ventaja y en buena lógica seguro que has trabajado más que yo, por eso mereces tu descanso.
Aunque sé que si estuvieras cerca de mi me ayudarías en alguna de mis tareas, con tu esfuerzo o tus consejos que para mí tienen mucho peso. Un abrazo de un lagarto más.

Anónimo dijo...

Pues yo tambien voy a ir de anónimo.
Qué gracia!!! ya he calado al anterior.Te mando un abrazote,bueno..os mando un abrazote!!!.Y al Lagarto alicaído un besoooote grande,ya estás al final de la penitencia(aunque han sido más de cuarenta días)ánimo!!!tú puedes.Te queremos.
Xxxx.

Anónimo dijo...

¡¡¡PERO QUE PEÑA MAS APAÑÁ Y MAS APIÑÁ!!!