Cuando se parte de una buena materia prima, el resultado final del producto elaborado tiene que ser de buena calidad.
Según parece la leche que se ordeña en verano es de peor calidad que la de invierno y primavera. La explicación será que, en verano no hay pastos verdes para alimentar a las ovejas.
No obstante la leche que, en pleno mes de agosto aportaron Pedro y Coro para hacer el queso, debió ser de muy buena calidad porque, a pesar de la inexperiencia de la “quesera” y las condiciones de elaboración, éste salió adelante. (Iban a darle el trastesón -creo se que llama así-)
Por tanto atribuiremos el éxito del resultado final a que Pedro y Coro tienen buena leche.
Los momentos previos a su elaboración, no estuvieron exentos de preocupación y nerviosismo, pues los efectos deseados no se producían según los consejos dados de los que se había tomado buena nota.
A saber: temperatura de la leche. Cantidad de cuajo. Tiempo de reposo.
Se habían calculado estos detalles de manera que la cuajada estuviera lista en el momento de iniciar el desfile, pero viendo que el proceso no evolucionaba y el tiempo se echaba encina, comenzó el desánimo de los actores.
Para esta descripción utilizaremos lenguaje de carreras de Formula1, aunque fuéramos a paso de tortuga.
Ya la carroza fuera del hangar donde había sido montada, la “quesera” miraba impaciente la caldereta de leche que seguía tan líquida como el agua. De otra parte se esperaba la presencia de Juan y Maribel disfrazados de tío Leandro y tía Catalina, que no daban llegado.
Con ese panorama se preveía un fracaso y con los nervios a flor de piel el piloto que tenía que conducir la carroza se le oyó decir varias veces que el próximo año no se comprometería en semejantes empresas.
Afortunadamente Juan y Maribel llegaron a tiempo, se metieron rápidamente en sus disfraces y se acomodaron en la carroza, pero la leche seguía estando totalmente líquida.
Con el tiempo pisándonos las ruedas salimos de boxes en con destino al punto de concentración y nos colocamos en la parrilla de salida que previamente Ignacio había organizado y asignado a cada participante.
Debido al bacheo de la calle, el líquido blanco se agitaba en el interior de la caldereta durante el trayecto y, como si tuviera vértigo de mareo se fue reposando tanto que, al llegar se había convertido en una semisólida masa, lista para ser prensada en los aros de madera que iban a ser el molde para su trasformación en queso.
Resumiendo. Todos los participantes; todos hicieron una impecable carrera que se recordará durante mucho tiempo. Todos tuvieron recompensa porque, hasta sin haber participado, en la gala de disfraces, la Peña obtuvo un premio. Premio que luego tendríamos el placer de degustar.
Como ya se ha dicho otras veces, esta Peña vale mucho, y aprovechando el tirón se puede dar continuidad a esto para montar una industria, alimenticia, o de actividades recreativas.
(Aunque con esto nos terminaría pasando lo que a la Lechera y su Cuento).
Según parece la leche que se ordeña en verano es de peor calidad que la de invierno y primavera. La explicación será que, en verano no hay pastos verdes para alimentar a las ovejas.
No obstante la leche que, en pleno mes de agosto aportaron Pedro y Coro para hacer el queso, debió ser de muy buena calidad porque, a pesar de la inexperiencia de la “quesera” y las condiciones de elaboración, éste salió adelante. (Iban a darle el trastesón -creo se que llama así-)
Por tanto atribuiremos el éxito del resultado final a que Pedro y Coro tienen buena leche.
Los momentos previos a su elaboración, no estuvieron exentos de preocupación y nerviosismo, pues los efectos deseados no se producían según los consejos dados de los que se había tomado buena nota.
A saber: temperatura de la leche. Cantidad de cuajo. Tiempo de reposo.
Se habían calculado estos detalles de manera que la cuajada estuviera lista en el momento de iniciar el desfile, pero viendo que el proceso no evolucionaba y el tiempo se echaba encina, comenzó el desánimo de los actores.
Para esta descripción utilizaremos lenguaje de carreras de Formula1, aunque fuéramos a paso de tortuga.
Ya la carroza fuera del hangar donde había sido montada, la “quesera” miraba impaciente la caldereta de leche que seguía tan líquida como el agua. De otra parte se esperaba la presencia de Juan y Maribel disfrazados de tío Leandro y tía Catalina, que no daban llegado.
Con ese panorama se preveía un fracaso y con los nervios a flor de piel el piloto que tenía que conducir la carroza se le oyó decir varias veces que el próximo año no se comprometería en semejantes empresas.
Afortunadamente Juan y Maribel llegaron a tiempo, se metieron rápidamente en sus disfraces y se acomodaron en la carroza, pero la leche seguía estando totalmente líquida.
Con el tiempo pisándonos las ruedas salimos de boxes en con destino al punto de concentración y nos colocamos en la parrilla de salida que previamente Ignacio había organizado y asignado a cada participante.
Debido al bacheo de la calle, el líquido blanco se agitaba en el interior de la caldereta durante el trayecto y, como si tuviera vértigo de mareo se fue reposando tanto que, al llegar se había convertido en una semisólida masa, lista para ser prensada en los aros de madera que iban a ser el molde para su trasformación en queso.
Resumiendo. Todos los participantes; todos hicieron una impecable carrera que se recordará durante mucho tiempo. Todos tuvieron recompensa porque, hasta sin haber participado, en la gala de disfraces, la Peña obtuvo un premio. Premio que luego tendríamos el placer de degustar.
Como ya se ha dicho otras veces, esta Peña vale mucho, y aprovechando el tirón se puede dar continuidad a esto para montar una industria, alimenticia, o de actividades recreativas.
(Aunque con esto nos terminaría pasando lo que a la Lechera y su Cuento).