Una
seguidora de este apartado se interesaba el otro día por mi estado de
aletargamiento en la época actual porque
se prolongaba la falta de actividad ya que, según me decía, le agradaba ver y
leer lo que en este blog que cuelga de la página del pueblo se publicaba.
No
imaginaba yo tener una seguidora tan entusiasta que toma nota de las pausas
entre una entrada y otra, lo que me alegra mucho saber.
Por
lo tanto desde ahora me complace concederte el título de ser mi
primera fans, y desde aquí envío a ti y tu familia dos sonoros besos,
con el deseo que sigas manteniendo tu fidelidad e interés por El Lagarto.
Gracias por tu estímulo.
La
ausencia no es por hibernación. Mas bien todo lo contrario aunque ello viene a
producir el mismo efecto: “aborrajamiento”
en este caso debido al excelente otoño que acaba de terminar. Resulta
confortante aparecer de vez en cuando por aquí y sería deseable hacerlo con mas
frecuencia para contar historietas, pero un poco avergonzado me confieso perezoso.
A ver si se cumple el dicho de que “año
nuevo vida nueva” y también esto cambia a mejor.
Bueno
vamos al grano: Lo que quiero destacar ahora es que me ha sorprendido el cambio
de look que presenta la Plaza de Castilla y León del pueblo. Todavía se llama
así. No sé si le afectará la nueva nomenclatura de calles que ahora están
elaborando. Lo que si necesita un cambio es el rótulo que la identifica.
Las enormes ramas de los populares chopos del
pilar, han sido podadas a ras del tronco y nos privarán de la agradecida sombra
que disfrutamos en verano. No obstante la ausencia del espeso ramaje permite el
paso de mas cantidad de luz solar a la plaza, que estos días se ve muy esplendida
y da sensación de mayor amplitud.
De
otra parte el pilar, uno de los iconos que mejor identifican al pueblo, ha sido
liberado de la corona metálica y plantas que lo rodeaban, y que también lo ocultaban,
de manera que ahora exhibe su plenitud en medio de la Plaza.
Así
mismo es muy relajante contemplar el movimiento de los peces que han soltado en
el agua del pilar, cuyas continuas carrereas en sentido circular y coletazos distraen a los que se acercan por allí.
Un
cambio de aspecto que a primera vista llama la atención y por un momento te
preguntas: ¿Que ha pasado aquí?